Hacia 1789, Francia tenía alrededor de 27 millones de habitantes. Mas el 80% de esa población era rural, y 4 millones y medio de personas Vivían en las ciudades. París, la capital, tenia 650.000 habitantes.
Esa población estaba divida en tres estados o estamentos que provenían de la edad media. Los dos Estamentos privilegiados eran el clero y la nobleza, que no superaban el 3% de la población. Su predominio derivada de las funciones que cumplían (ayudaban a dirigir el estado, el ejército, la iglesia las instituciones educativas). Si bien eran los más ricos, eran los que pagaban menos impuestos. A los no privilegiados (el tercer estado) les correspondía la producción de bienes materiales y la prestación de servicios, y sobre ellos recaía la mayor carga impositiva.
Que la sociedad estuviera dividida en estamentos no significaba que hubiera cierta movilidad social. Un campesino podía ser clérigo, y un título de nobleza podía conseguirse como reconocimiento del Rey a la ayuda de un ministro o consejero, al merito de un artista o al esfuerzo de un comerciante que contribuía a la riqueza de la nación.
La carga del Tercer Estado |
El clero y la nobleza
El primer estado lo integraban alrededor de 130.000 personas, que respondían a realidades sociales muy diferentes. El alto clero provenía de la nobleza, obtenía rentas de sus tierras y disponía del dinero del diezmo. El bajo clero estaba formado por sacerdotes de la pequeña burguesía rural y urbana, por lo que a veces compartía las penurias económicas de los campesinos de sus parroquias.
El segundo estado estaba compuesto por alrededor de 25.000 familias nobles que agrupaban a 300.000 o 400.000 integrantes entre ellos, la nobleza caballeresca o de espada la componían 3000 o 4000 familias. La integraban los nobles provincianos, que vivían en sus castillos y ocupaban a veces cargos burocráticos, y los príncipes, duques y condes, que eran los grandes del reino, vivían en las ciudades y en la corte real, y desempeñaban importantes cargos políticos y militares. Existía también una pequeña nobleza de gentilhombres, que estaba exceptuada de la mayor parte de impuestos y recibía pensiones reales, además del pago de derechos señoriales de los campesinos que trabajaban sus tierras. Secretarios, consejeros y magistrados burgueses ennoblecidos por la monarquía formaban la nobleza de toga, llamada así por la túnica larga que usaban los magistrados. Muchos de ellos integraban los tribunales de justicia.
Distribución de la sociedad francesa (Haga clic sobre la imagen para ampliar gráfico) |
El tercer estado
Estaba compuesto por más del 95% de la sociedad francesa, y abarcaba sectores sociales que vivían tanto en el mundo rural como el urbano.
Opresión del Tercer Estado por parte del clero y la nobleza |
En el mundo urbano convivían distintos grupos sociales. La gran burguesía (abierta a las ideas filosóficas de la ilustración) la integraban financistas, banqueros (algunos prestamistas de la corona), armadores de barcos y grandes comerciantes dedicados incluso al tráfico de esclavos. La burguesía media incluía propietarios de tierras que vivían de sus rentas, prestamistas, funcionarios, profesionales, etc. La pequeña burguesía la componían modestos comerciantes y artesanos agrupados en gremios. El “populacho” (tal como se lo llamaba en los textos de la época) lo integraban los trabajadores urbanos, los sirvientes, los desocupados etc.
En el mundo rural, la mayor parte de la población estaba en el límite de la pobreza y era analfabeta en sus dos terceras partes. Podían ser pequeños propietarios campesinos, arrendatarios, jornaleros o siervos. En ciertas villas rurales se había desarrollado una pequeña burguesía de notarios, procuradores, los desocupados, etc.
Distribución de los estamentos (Hacer clic sobre la imagen para ampliar gráfico) |
El peso de los impuestos
La nobleza y el alto clero (dueños de enormes extensiones de tierra) cobraban rentas y derechos señoriales y no pagaban la mayoría de los impuestos. Estos recaían sobre el tercer estado, es decir, sobre la mayoría de la población. Algunos eran impuestos directos, como el dominio (tributo real), la capitación (la pagaban cada cabeza de la familia, aun los privilegiados) y la talla (una contribución personal y territorial). Los impuestos indirectos gravaban, por ejemplo, las bebidas alcohólicas y la sal. Además, había que pagar el diezmo a la iglesia y los peajes al pasar por numerosas aduanas interiores.